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27-06-2025

Padres e hijos: generaciones unidas por los fierros

Intercambian saberes y comparten trabajo, valores y la pasión por las cosechadoras, que son mucho más que máquinas y crean un legado que va de generación en generación.

En el campo, la herencia más valiosa no siempre es la tierra: es el legado creado por el vínculo. El trabajo compartido entre padres e hijos ocupa un lugar central en el día y muchas veces es en la cabina de una máquina donde conviven generaciones, aprendizajes, discusiones y sueños. Todo atravesado por la pasión por los fierros.

gerardo mateo giosa opt Padres e hijos: generaciones unidas por los fierros

En Canals, Córdoba, los Giosa son un ejemplo. Gerardo, tercera generación de productores, recuerda cuando su padre lo sumó al trabajo rural en 1979. Años después, repitió el gesto con su hijo Mateo, que a los 18 ya sabía que su lugar estaba ahí, entre la soja, el maíz y las jornadas compartidas. Hoy trabajan codo a codo en 1200 hectáreas y ofrecen servicios a terceros. Siempre a la par: “Andamos juntos permanentemente”, dice Gerardo, mientras bromean sobre las peleas que tienen para ver quién se sube primero a la cosechadora. “Para mí estar en la máquina es un placer. Me bajo tan bien que es como si no hubiese hecho nada”, cuenta. Su vínculo con CLAAS comenzó en 1998 con una JAGUAR 840, y sigue firme hasta la actualidad: su última adquisición fue una LEXION 7600. “Cuando a uno le gusta algo, que además es bueno, es muy difícil cambiarlo”, resume Gerardo.

En ese mismo camino anda Mateo, para quien trabajar en el campo “es como ir a tomarse un café”. Tiene sed de aprender: “trato de sacarle la mayor información posible a mi viejo, desde cómo hacer para que crezca bien la semilla hasta el mantenimiento de la máquina”. Dice sobre su papá: “Admiro la forma de explicar, de hacer simple lo complejo con el ejemplo y lo grande que es”. Gerardo también habla de su hijo con orgullo: “es prolijo y más detallista que yo. Cuando hay que hacer algo bien hecho, se lo dejo a él”. En esa convivencia entre experiencia y renovación, Gerardo aporta el conocimiento agropecuario y las tareas administrativas, y Mateo la incorporación de tecnología, que despunta con el uso de las CLAAS.

Nicolas Fabricio Balduzzi opt Padres e hijos: generaciones unidas por los fierros

En Trenel, La Pampa, los Balduzzi son productores y contratistas. Fabricio lleva adelante la empresa familiar junto a su hermano. Pero el alma inquieta es Nicolás, su hijo. A los 8 años aprendió a manejar la cosechadora y hasta empezó a cargar con maestría los camiones. “Los empleados me enseñaron, y me encanta pasar rastra o cosechar”, dice con entusiasmo. Ahora, a los 13, maneja lo que se le cruce.

“Desde chiquito sabíamos que el campo era lo suyo”, recuerda Fabricio. “Nadie le tuvo que enseñar, aprendió viendo. A veces incluso me reta”, dice entre risas. Nicolás admira a su papá: “me gustaría ser como él, por cómo trabaja”. Y Fabricio se emociona: “somos cuarta generación. Atrás hay mucho sacrificio de mucha gente. Me gusta que sigamos trabajando y haciendo quedar bien el apellido. Él tiene mucho de mi papá. Me hubiera gustado que lo conociera”. Hoy siguen apostando a lo que los une: el trabajo, el campo y dos cosechadoras CLAAS que forman parte de la familia.

Para los Sclausero, de Río Tercero, el campo también es una herencia compartida. Gabriel y su hijo Gastón trabajan unas 800 hectáreas. Gastón, de 23 años, eligió la vida rural apenas terminó la secundaria y lo que más le gusta es sembrar. Su papá Gabriel reconoce que siempre trabajan juntos y que no siempre es fácil delegar, sin embargo, valora las ganas de trabajar de su hijo. “De a poco hay que ir haciéndose a un lado”, admite. Lo más importante, para ambos, es lo que se transmite más allá del trabajo: el respeto y la cultura de trabajo. Desde hace una década, su cosechadora CLAAS TUCANO acompaña ese recorrido compartido entre generaciones.

mateo nestor baravalle opt Padres e hijos: generaciones unidas por los fierros

En la misma ciudad, Néstor Baravalle disfruta del tiempo con su hijo Mateo que está definiendo su futuro, post secundaria. Hay algo que tiene claro: le encanta pasar tiempo con su papá en el campo. “Cuando estoy libre voy a dar una mano”, cuenta. Por lo pronto está considerando estudiar agronomía y volver al campo a hacer lo que más le gusta, que es tolvear, andar en tractor, y por supuesto, subirse a la cosechadora CLAAS. “Ahí hablamos, reímos, pensamos”, dice. El vínculo con la marca comenzó en 2003. Hoy, la familia trabaja con una LEXION 570.

Néstor, su papá, tiene un deseo claro: “Que encuentre su pasión y pueda trabajar de eso”. Mientras tanto, disfruta compartir estos momentos. “Admiro cómo me explica y me enseña con sus palabras”, dice Mateo. Y en ese ida y vuelta, entre cosechas, conversaciones y fierros, se va construyendo un legado que vale más que cualquier rendimiento.

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