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La experiencia del contratista forrajero que corrió en el Dakar 2014

El amor por los fierros en su máxima expresión

Patricio Aguirre Saravia, el hombre de Carlos Casares que preside la Federación Argentina de Contratistas Forrajeros, compitió en el Dakar 2014 y cuenta la experiencia de cumplir su sueño.

La pasión diferencia a las personas, porque básicamente las ayuda a cumplir sus sueños. Es el caso de Patricio Aguirre Saravia, un proveedor de servicios de maquinaria forrajera argentino que logró darse el gusto que anhelan todos los fierreros: participar del Dakar.

Hace 31 años que este hombre de Carlos Casares, al oeste de la provincia de Buenos Aires, es contratista forrajero. Con su empresa Duckas SRL, Patricio presta servicios de ensilado en unas 12.800 hectáreas por año -3800 son pasturas, cereales de invierno y alfalfas y el resto maíces y sorgos-. A su vez, desde hace poco tiempo, tiene otra empresa con la que produce heno en el norte argentino, especialmente megafardos, que elabora con un equipo QUADRANT de la marca CLAAS.

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Para los servicios de ensilado, Duckas cuenta con 6 picadoras CLAAS, de 12, 10 y 8 surcos, a lo que le suma cortahileradoras, tractores, embolsadoras, camiones, bateas y carros. Al momento de la entrevista, la empresa tiene un equipo trabajando en el norte del Chaco, otro en San Luis, un tercero en la provincia de Santa Fe, y dos equipos más en la provincia de Buenos Aires. Habitualmente, extiende su área de trabajo hasta Choele Choel, en la provincia de Río Negro. Por lo que recorre algo más de 1800 kilómetros de distancia de norte a sur cada año.

Además de gerenciar este mega “circo” forrajero, Aguirre Saravia es el actual presidente de la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros -uno de sus fundadores-, y colecciona y restaura vehículos militares de la segunda guerra mundial. Por allí, habitualmente, canaliza su pasión por los fierros.

Pero nada como el sueño de participar en el Dakar. “Para los amantes de los fierros, el Dakar es la meta, es lo que muchísimos quisieran hacer”, comienza relatando este hombre de 54 años, prominente bigote y pelo colorado. “Cuando llegó a Latinoamérica hace 5 años, lo empecé a ver un poco más cerca. Y, casualmente, el anteaño pasado lo corrieron en un camión dos amigos. En mayo de 2013 me invitaron a sumarme en 2014 porque les había quedado una butaca vacía. La verdad es que ni lo dudé. Inmediatamente comencé a prepararme físicamente”, cuenta Patricio.

“Al Dakar lo podés mirar, te lo pueden contar, pero lo tenés que vivir. Es una experiencia completamente distinta. Porque no es solamente la carrera, sos vos, tu cabeza, tus emociones. En el Dakar se sufre, no estás bien. Pero estás ahí porque querés. Es una gran ambigüedad. Y a medida van pasando los días te vas cargando de cansancio. Es un gran alivio cuando lo terminás, porque es muy duro hacerlo. Pero para mí, haberlo logrado es una sensación lindísima”, detalla el contratista.

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Para participar de esta carrera, Patricio y sus amigos, Gerardo del Zotto y Andrés Memi, debieron alquilar el camión fuera del país, al igual que la asistencia al vehículo. En este caso, recurrieron al equipo Epsilon, de España. El camión, marca Man, de origen alemán, tracción 4×4 y 760 caballos de fuerza, fue entregado a los competidores en el puerto de Zárate el 31 de diciembre. “No sabíamos ni los cambios”, acota Patricio, y continúa: “lo pudimos usar el 31 a la tarde, el 1 y 2 de enero se ploteó, el 2 a la noche lo presentamos al pueblo de Carlos Casares, y el 3 de enero a la madrugada partimos para Rosario, desde donde largaba el Dakar”.

01  MG 2487 opt El amor por los fierros en su máxima expresiónLa estrecha relación con CLAAS Argentina hizo que Patricio recurriera a su apoyo. Así surgió la imagen de la trompa del camión, inspirada en una calcomanía que el gerente de marketing de CLAAS Estados Unidos, Bob Armstrong, le regaló a Aguirre Saravia en un viaje de capacitación que los contratistas argentinos hicieron a California. De allí esa gran dentadura verde y blanca, un ícono de la gigante picadora Jaguar, con la que el Camión 533 se abrió paso en su recorrido de 9600 kilómetros, tres países, y 88 horas, 41 minutos y 20 segundos de carrera para llegar a la meta: la ciudad de Valparaíso, Chile.

El camión 533 compitió en la categoría T41, de hasta 1000 caballos de fuerza. Patricio explica que la categoría es algo así como un estándar mejorado. Por haber corrido anteriormente, Gerardo del Zotto y Andrés Memi se turnaron como pilotos. “Yo siempre fui el navegante – relata Aguirre Saravia-, y no tenía ninguna experiencia en esto. Sólo me preparé unos meses antes. El navegante es el 50% de la carrera. Fue una experiencia espectacular y una responsabilidad enorme. El piloto confía en vos. Los roles son bien definidos. Cada uno tiene el 100% de la responsabilidad de lo que le toque hacer y eso te come un poco la cabeza. De repente son 12 o 14 horas concentrado arriba del camión para no equivocarte ni un segundo”.

Lejos del entrenamiento que la vida de contratista le dio durante tantas campañas, Patricio no recuerda haberse sometido antes a semejante sacrificio físico y psicológico. “El navegante duerme un poco menos que los pilotos porque se tiene que quedar preparando la hoja de ruta del día siguiente”, acota antes de narrar cómo es un día tipo dentro del Dakar.

“Arrancás a las 5:15 de la mañana. Salís de tu carpa, en la que dormiste a un metro del camión -toda la asistencia mecánica está alrededor del camión-. Desarmás tu bolsa, el colchón inflable, la carpa y tratás de meter todo en unas bolsas mínimas que son una tortura. Te vas a desayunar y te preparás porque seguramente alrededor de las 7 de la mañana ya estás largando del Vivac –así se denomina al campamento que alberga a todos los corredores en cada etapa-. Te subís al camión, y te vas a la largada del “Enlace” –el trayecto que une al punto donde se encuentra el campamento con el de inicio de la etapa de carrera diaria denominada “Especial”-. Te dan un horario de salida, una ruta, y un horario de llegada para la salida del “Especial” –la carrera con velocidad-. Ese enlace puede implicar un recorrido que va de 2 a 4 horas. Durante ese trayecto, por ruta, no se pueden superar los 90 km/h”, relata minuciosamente.

Y continúa: “Al llegar al “Especial”, se larga en velocidad. Generalmente es fuera de ruta, no hay caminos. Pueden ser tramos de 650 kilómetros de carrera a una velocidad máxima para los camiones de 140 km/h, imposible de superar en medio de un río o una montaña. En esos tramos, el desafío es la navegación. Acá no es un tema de velocidad. La carrera es muy larga, entonces el problema mayor es no romper, no encajarte, no volcar, no tener un accidente que te demore demasiado. El objetivo es no llegar de noche, porque son áreas muy duras, entre médanos o montañas. Está probado que lo que se hace en 15 minutos con la luz solar te lleva 3 horas o más de noche. Al terminar el “Especial” hay un control de paso, donde te sellan la hoja que te dieron a la mañana, con el tiempo de carrera. Y ahí te dan un horario nuevamente para llegar al nuevo Vivac. Es decir, terminás el especial y de repente tenés 300 kilómetros más de “Enlace”, que generalmente se hacen de noche, aunque en ruta. Al llegar, muchas veces a las 11 de la noche, se carga combustible –en una estación de servicio pública-. Una vez en el Vivac se toma contacto con el equipo de asistencia, se le dan las novedades y se hacen las reparaciones necesarias. Ahí nuevamente agarrás tu tortuosa carpa, la armás donde podés. Tratás de ir a bañarte, cenar. Los pilotos se van a dormir y el navegante se queda haciendo las correcciones de la hoja de ruta del día siguiente. ¿Qué son las correcciones? La hoja de ruta original fue hecha meses antes de la carrera. Llegado el momento, pudo haber modificaciones por lluvias o diversas razones que hagan que se modifique el recorrido. Esas modificaciones son entregadas junto a la hoja de ruta del día siguiente y hay que volcarla a la hoja de ruta que se va a utilizar. Entonces, son alrededor de 2 horas más cada noche para realizar estos ajustes”, detalla el navegante de Carlos Casares, reviviendo en su memoria el cansancio de esos días pasados.

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Lo cierto es que fueron 13 largas jornadas, con una de descanso en la ciudad de Salta, a la mitad de la carrera. Pero el esfuerzo valió la pena y lograron llegar a la final en el puesto 35 de la general y terceros en la categoría T41.

En total, fueron 204 vehículos en la línea de meta final (78 motos, 15 quads, 61 coches y 50 camiones), es decir, sólo el 47% de los pilotos y equipos que tomaron la salida en Rosario llegaron a destino. Los organizadores sostienen que fue el Dakar más selectivo de los disputados hasta la fecha en Sudamérica.

“Íbamos primeros, pero yo cometí un error en la navegación y fuimos penalizados. Te penan agregando tiempo”, recuerda Patricio. Y aclara que durante la carrera los competidores no tienen mucha idea de qué posición llevan, ya que están más concentrados por permanecer que por el puesto que obtendrán. Este es, especialmente, el caso de los tripulantes del camión 533, tres hombres que se animaron a hacer realidad el sueño de tantos y lo hicieron regidos por un combustible clave para llegar lejos: la pasión.

  1. CUANTA EVOLUCIÓN!!! CUANTA PASIÓN POR LOS FIERROS!!! ME IMPACTO LA HISTORIA!!!!!!!!! FELICITACIONES!!

  2. Felicitaciones Patricio! que lindo poder realizar una aventura como esta. Saludos.
    Tomo tus palabras para este comentario: Correr en el Dakar es como ser «contratista de cosecha» ES UNA GRAN AMBIGÜEDAD! se sufre, no estas bien, pero estas ahí porque quieres! jaja

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