El productor tucumano Sebastián Romano incorporó la legumbre en sus planteos hace 7 años, en busca de rotaciones que aporten a la sostenibilidad económica y ambiental de los sistemas. La última campaña eligió una LEXION 750 para cosechar 500 hectáreas del cultivo, debido a su mayor capacidad de trabajo y cuidado de los granos.

Lograr un equilibrio entre los factores económico, social y ambiental para los planteos agrícolas constituye un desafío al que los productores argentinos prestan una creciente atención. Sebastián Romano es un productor de Tucumán, que en la búsqueda de opciones rentables para la rotación, encontró en el garbanzo una alternativa entre los cultivos de invierno que le permite ganar en sustentabilidad económica, sin descuidar el aspecto agroecológico.

La región noroeste del país, en la que se desenvuelve Romano, impone ciertas dificultades a la hora de planificar una rotación, ya que la proporción de gramíneas determina tanto los resultados agroecológicos como los económicos. “Hace unos siete años, algunos productores de la zona empezamos a buscar una alternativa al trigo, ya que los números de la rotación no nos cerraban. Ahí dimos con el garbanzo, cuya superficie en ese entonces era muy baja en el país”, cuenta.

“Los primeros tres años estuvieron dedicados a investigar el cultivo, y a fuerza de prueba y error, generamos mucho conocimiento sobre su manejo y las variables fundamentales que lo rigen. Todo esto nos costó un gran esfuerzo, pero hoy nuestros rendimientos están por encima de la media”, afirma.

En la última campaña, Romano eligió a CLAAS como su aliado en la cosecha. “Necesitábamos una máquina que nos permitiera cosechar el garbanzo con una alta capacidad de trabajo diaria sin resignar calidad, y que simultáneamente fuese una buena alternativa para los demás cultivos”, explica.

Mercado exigente

Al estar destinado principalmente al consumo humano, el garbanzo tiene su precio atado a la calidad que presenta el producto. Existen dos grandes variedades de garbanzos que se comercializan a nivel internacional, el garbanzo Kabuli, de grano grande, color claro, y precio más elevado; y la variedad Desi, cuyos granos son más pequeños y de color oscuro. Ésta última variedad es la más consumida a nivel mundial, principalmente por India, que además de productor es importador.

La Argentina es un pequeño productor de la variedad Kabuli, que compite fundamentalmente por los mercados de la Unión Europea, con México haciéndole sombra en América Latina. “Ellos hace muchos años vienen trabajando con el garbanzo, alcanzando una calidad excepcional, tanto en la producción como en el proceso”, señala Romano, y agrega: “Creo que ese es el rumbo que deberíamos seguir nosotros”.

En Argentina –donde el consumo interno es bajo– el garbanzo tiene muy buena calidad comercial, y se exporta generalmente con un nivel de procesamiento intermedio. “El procedimiento consiste en una limpieza con zarandas, vientos, y otros equipos que separan los granos por tamaño, densidad y color”, explica Romano, y agrega: “Al final del proceso se envasa el producto, generalmente en bolsas de 25 kg o más, ya que es poco lo que se exporta directamente para el consumidor final”.

Cuidar la calidad

Según el productor, la demanda sostenida que presenta el cultivo desde hace dos años hace que su comercialización resulte sencilla, sin riesgos de que el productor se quede con mercadería sin vender. Su precio varía según su tamaño: un garbanzo de 9 mm se está comercializando a aproximadamente 900 dólares por tonelada, mientras que uno de 7 mm, se aproxima a los 600 dólares por tonelada.

Pero también es un factor determinante en el precio que el producto no haya sufrido deterioros al momento de la venta. “Es entonces cuando resulta clave la capacidad de la cosechadora, porque cuanto más tiempo esté expuesto el cultivo a las lluvias cuando está maduro, existirán más riesgos de deterioro”, afirma Romano.

A partir de la sugerencia del contratista con el que trabaja hace más de 10 años, Romano decidió encarar la cosecha con una LEXION 750. “Con el sistema de trilla axial, hay una relación inversamente proporcional entre calidad y capacidad de trabajo, por lo que nos decidimos por esta alternativa, que presenta una gran capacidad de trabajo sin resignar calidad”, afirma. “También la elegimos porque necesitábamos un sistema de mapeo de rendimientos de última generación como el que nos ofrecía este equipo, yendo hacia una agricultura de precisión”, añade.

Con la LEXION 750, Romano cosechó 500 hectáreas de garbanzos con un rinde promedio de entre 1200 y 1300 kg por hectárea. “Obtuvimos muy buenos resultados en la calidad de trilla y una capacidad de trabajo excepcional”, destaca. “Además, al ser nuestra primera experiencia con la máquina, el equipo de asistencia de CLAAS estuvo una semana dejándonos todo a punto, y ahora el contacto es permanente”, añade.

Apuesta por la sustentabilidad

“Actualmente, estamos produciendo maíz, soja y poroto como cultivos estivales, y en el invierno hacemos avena, trigo y garbanzo en un total de aproximadamente 4 mil hectáreas. Con esta rotación, intentamos lograr un nivel de cobertura que nos permita ser sustentables”, afirma Romano, para luego agregar: “Mi impresión es que el garbanzo viene creciendo en diferentes zonas, porque su margen bruto es mucho mayor frente a los cereales de invierno”. La meta, ahora, es aumentar la superficie destinada al garbanzo a un mínimo de mil hectáreas.

Sin embargo, Romano advierte que el éxito depende mucho de la tecnología utilizada, ya que se trata de un cultivo que requiere una alta inversión. “Hay que hacer las cosas bien desde el principio hasta el final, porque tan sólo en la implantación hay un costo elevado en herbicidas pre-emergentes, semillas, inoculantes, y las labores, que representan más del 50% del costo total de producción. Por lo tanto, cuando uno implanta, debe tener garantizado el objetivo final”, concluye el productor.

• Un garbanzo de 9 mm se está comercializando a aproximadamente 900 dólares por tonelada, mientras que uno de 7 mm, se aproxima a los 600 dólares por tonelada.

• Con la LEXION 750, Romano cosechó 500 hectáreas de garbanzos con un rinde promedio de entre 1200 y 1300 kg por hectárea.

• “Con el sistema de trilla axial, hay una relación inversamente proporcional entre calidad y capacidad de trabajo, por lo que nos decidimos por la LEXION 750, que presenta una gran capacidad de trabajo sin resignar calidad”, afirma. “También la elegimos porque necesitábamos un sistema de mapeo de rendimientos de última generación como el que nos ofrecía este equipo”.